domingo, 11 de octubre de 2009

El bien y el mal de la información

Desde hace ya algunas generaciones, apenas podemos concebir el mundo moderno sin la presencia de los medios de comunicación. La prensa en papel, la televisión, la radio e internet nos mantiene informados en tiempo real de lo que acontece en cada rincón del planeta.

Apenas existen distancias entre ciudades, países y culturas porque podemos leer, ver y oír todo lo que sucede en cada lugar; incluso podemos viajar virtualmente por doquier navegando sencillamente desde casa a través de la red. Todos estos medios nos mantiene informados día a día de cualquier novedad que se produzca en la sociedad, política, economía, deportes, actividades de ocio y medio ambiente, ciencia, cultura y un sinfín de asuntos de interés que son dados a conocer como noticias, entretenimiento y enseñanza.

Sin embargo, los medios de comunicación, utilizados desde la conveniencia de quienes lo manejan, pueden llegar a ser poderosos instrumentos que influyen en el ánimo y pensamiento de las personas.

La prensa escrita o electrónica y la televisión son algunas de mis elecciones predilectas para informarme de lo que está pasando actualmente en la sociedad. También suelo escuchar noticias por medio de la radio, pero minoritariamente, ya que solo la escucho en viajes en coche. Generalmente, veo y escucho secciones de cultura, deportes, nacional e internacional. Y le tengo un especial rechazo a ese género llamado “prensa rosa o prensa del corazón”, ya que me parece inerte y sin contenido.

Todo esto en el ámbito público, pues en lo privado prefiero usar el teléfono o conversar en persona con grupos de amigos, puesto que detesto las redes sociales para comunicar eventos y demás reuniones.

En definitiva, si los medios de comunicación se utilizan bien son muy beneficiosos, pero mal empleados pueden ser tan dañinos como cualquier ciencia que se dedique a la destrucción.

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